Vivimos tiempos revueltos, tiempos de luces y sombras. Nos movemos a diario entre tinieblas y luminosidad. Por ello consideré necesario escribir este poema inspirado en la obra del genio tenebrista Caravaggio, maestro indiscutible en el manejo del claroscuro. En concreto, este poema (finalista en el III Certamen de Poesía de la Casa de la Juventud de Córdoba) se basa en la obra "David vencedor de Goliat", pintada hacia 1600 y de la que podemos disfrutar en el Museo del Prado.
EL
MALO DEL CUENTO
“Infierno y cielo son un mismo lugar.
¿Puede un hombre malo
ser del diablo y ser de Dios?”
Pedro Guerra.
Untado
de pintura, salpicado de escándalos,
el
pintor va oscilando entre foco y tinieblas.
Pintando
con cuchillos un misticismo sórdido,
la
realidad deviene un Goliat sin cabeza,
una
escena grotesca donde el cañón de luz
incide
en lo violento, lo que el ojo decente
no
desea aceptar como real.
Pero
el foco de luz se concentra implacable
en
David, en su brazo, en la brecha en la frente
de
su gran enemigo. En la esencia del acto.
Los
decorosos miran ocultos en la sombra
para
no ver la sangre,
pero
aplauden la acción
y
en silencio se alegran.
La
crueldad les excita
y
Caravaggio queda
como
el malo del cuento.